viernes, 2 de junio de 2017

CUANDO TRATAS A UNA PERSONA, SIEMPRE GANAS

CUANDO TRATAS A UNA PERSONA, SIEMPRE GANAS


Autor: Javier Narváez.

Alumno Tercer semestre Medicina.

Fundamentos del profesionalismo.


Docentes: Dra. Ingrid Baquero y Dra. Nelly Lecompte.

La relación médico paciente se basa en la confianza que el paciente deposita en el profesional de la salud, a ojos cerrados y con todo lo que implica padecer un sufrimiento y aun, ver a alguien querido padecerlo. Los sentimientos, los sinsabores, los pensamientos repentinos que pueden entrar en su cabeza y de un momento a otro, cambiarles el ánimo. Pero ¿es solo esa confianza la clave del éxito de esta relación? O puede serlo también la empatía, la cual nos pone en los zapatos del que sufre, de quien padece en silencio o gritando, de quien habla o de quien calla, de quien ríe o de quien llora. Para responder esa pregunta es necesario pensar en que desea el paciente, y que necesita, o más bien, si lo que desea y necesita pueden tener cabida en el mismo lugar, en el mismo trato que reciben por parte de los profesionales de salud y tal vez debido a eso, en la forma como responden a los tratamientos que, debido a la confianza ya mencionada, aceptan tomar.
Es en este contexto en el que debemos plantearnos el interrogante ¿está lo que quiere y lo que necesita el paciente en el mismo lugar? La respuesta es sí, cuando un paciente se acerca a un profesional de la salud lo que desea y lo que necesita es disipar el padecimiento que lo aqueja, acabarlo o cuando menos sea, buscar tratamientos paliativos, pero siempre en aras de mejorar su calidad de vida y ese es, pues, el deber de los médicos, aplicar todo el conocimiento adquirido durante años de arduo estudio y aún más en los años de experiencia que cargue sobre sus hombros. Pero el paciente también desea y necesita ser escuchado, ser entendido, no ser tratado como un objeto sin nombre o dejar que su padecimiento los defina, que, como profesionales de la salud, no cambiemos sus nombres a los de sus enfermedades, porque de suceder lo contrario, la tan preciada confianza, pilar de la relación ejemplar que debe existir entre el médico y el paciente, falla desde sus cimientos. Así pues, si la confianza es el pilar principal de la relación médico-paciente, la empatía es la base de sus cimientos y todo lo que hay entre ellos es un mundo entero de conocimiento que no construimos solo los profesionales de la salud, sino con nuestros pacientes, sin quienes, el solo hecho de saber correctamente la teoría se convierte en nada, porque ellos son la práctica, son la razón de ser de nuestra profesión, ayudarlos y sobre todo mejorar su calidad de vida.
Esta situación me recuerda a una célebre película llamada “Patch Adams” en la que se pronuncia la frase “cuando tratas una enfermedad, pierdes o ganas, cuando tratas a una persona, siempre ganas” haciendo referencia a que muchas veces en la práctica médica olvidamos que detrás de las patologías en las que pensamos cuando llega un paciente a consulta, hay miles de historias representadas en una persona que desea ser tratada con dignidad y respeto, además de su enfermedad, es necesario pensar en la persona, leer su entorno, preocuparse por el individuo, el ser humano que está en consulta y que se expone ante nosotros con la fragilidad, que puede estar presente, al llegar frente a alguien y aceptar que necesita su ayuda. Muchas veces las enfermedades pueden tener un curso incierto, y el tratamiento permite o impide su progreso, pero, hacer felices a los pacientes por un momento, hacerlos sentir respetados, entendidos, valorados, y no solo como un objeto de estudio, es siempre una ganancia, tanto para él como para los profesionales de la salud.
Es así como los médicos no debemos ser solo guardianes del saber de las ciencias de la salud, sino también de las ciencias sociales, de las buenas formas, de la empatía, la amabilidad y el respeto. Por que como médicos no vamos a ser valorados solo por los procedimientos correctos que pongamos en práctica en un paciente que lo necesita, porque en ésta profesión se trata de ayudar con todo lo que la palabra implica, y quienes escogimos este camino, debemos tener en cuenta que hay maneras muy grandes de ayudar, como escuchar cuando es necesario, sonreír cuando la situación lo requiere, dar un consejo, e incluso si es necesario, llorar para acompañar a alguien. Pues un médico es también un ser humano, con control emocional, sí, pero con sentimientos, al fin y al cabo, sentimientos que nos llevaron a tomar esta profesión con amor y como herramienta para realizarnos como profesionales, sentimientos que no debemos dejar totalmente de lado en nuestro ejercicio de la profesión. Solo así, siempre saldremos del consultorio, de la sala de urgencia o de cualquier lugar en que se encuentre nuestra plaza de trabajo con la satisfaccion del deber cumplido y con un paciente agradecido.

Autor: Javier Narváez.
Alumno Tercer semestre Medicina.
Fundamentos del profesionalismo.

Docentes: Dra. Ingrid Baquero y Dra. Nelly Lecompte.

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